Centro-de-dentención

Presxs Políticxs

Perfil de prisioneros y prisioneras políticas

Tras el golpe de Estado de 1973, una gran cantidad de detenidas y detenidos fueron trasladados al Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara). En correlación con las características de la represión masiva implementada entre 1973 y 1974, siendo principalmente afectados los simpatizantes del gobierno de la Unidad Popular y de Salvador Allende, así como militantes y simpatizantes de partidos y movimientos de izquierda, las organizaciones políticas y personeros de gobierno, sindicatos, obreros, estudiantes, intelectuales,  artistas, sectores campesinos e indígenas, aunque igualmente afectó a parte de la ciudadanía no militante ni simpatizante del gobierno popular.  

 

Bajo este contexto represivo fueron trasladados al Estadio grupos de detenidas y detenidos provenientes de la Universidad Técnica del Estado, personeros del gobierno de la Unidad Popular y obreros de distintos cordones industriales provenientes de empresas como Sumar, Tisol, Sedylan, Ferrocret, Carrocerías Franklin, Imprenta Horizonte, Comandari, Manufacturas Yarur, Luchetti, Burguer y Textil Progreso (Informe Mazo, pág. 30).

  

Mientras que durante el segundo periodo de funcionamiento, las detenciones comenzaron a ser más selectivas. En un informe de la Vicaría de la Solidaridad se establece que la “acción represiva se dirige preferentemente hacia los ex militantes y simpatizantes de la izquierda y en especial, hacia quienes tuvieron cargos relevantes en el Gobierno depuesto, así como a dirigentes políticos, sindicales, campesinos, poblacionales y estudiantiles.” También se detuvo a personas por diversos motivos como no acatar el toque de queda, resistir allanamientos o por “acaparamiento”, por lo que existieron distintos perfiles de prisioneros durante noviembre de 1973 a julio de 1974.  

 

En muchos casos los detenidos partían o terminaban su travesía en el Estadio Chile. Al respecto, el informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura señala que "de manera constante y aparentemente arbitraria los efectivos a cargo del recinto sacaban personas con destino desconocido". Así, es posible reconocer al menos dos circuitos de detenciones importantes: uno por los centros de detención, tortura y exterminio en la capital (Londres 38, Villa Grimaldi, 3 y 4 Álamos, José Domingo Cañas) y otro interregional (Campo de prisioneros de Chacabuco, Puchuncaví, Ritoque, Isla Dawson y Quiriquina). Los detenidos pasaron por estos recintos, sin mediar mayores razones para su traslado o reubicación, y donde la negación del hecho de su detención fue una práctica común. En algunos casos fueron liberados rápidamente mientras que en otros podían pasar años como prisioneros, sin un juicio o motivos para la detención. Quienes actuaron preferentemente en las detenciones en 1974 fueron Carabineros, la Policía de Investigaciones y la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). En algunos casos también actuó el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), el Comando Conjunto, el Servicio de Inteligencia de Carabineros (SICAR), denominado por un período como Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR). Posteriormente, el organismo más relevante en materia de detenciones y secuestros fue la Central Nacional de Informaciones (CNI) (Informe Valech, pág. 304), pero en aquel entonces el Estadio Chile ya había sido cerrado como campo de prisioneros.

Ejecutados

En 1987 la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) manejaba la cifra de 14 personas ejecutadas en el Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara), entre el 13 y 16 de septiembre de 1973. Otros documentos de la época establecieron un listado preliminar de 12 personas ejecutadas en el recinto.


Mientras que, en el trabajo de la Comisión Nacional de Reparación se reconoció a 4 víctimas ejecutadas en el recinto: los casos de Víctor Jara y Littré Quiroga, Sócrates Ponce Pacheco (ecuatoriano) detenido el 11 de septiembre y conducido al Estadio Chile al mediodía del 12 de septiembre. Su cadáver fue encontrado en las inmediaciones del recinto, en Unión Latinoamericana con Alameda, presentando 8 heridas de bala (Informe Rettig, pág. 130). Hernán Cea Figueroa, detenido el 11 de septiembre en la empresa textil Progreso donde trabajaba. El día 15 de septiembre luego de un altercado supuestamente, fue ejecutado por Carabineros en el mismo recinto. (Informe Rettig, pág. 130).

Experiencia concentracionaria

Durante el primer periodo la experiencia concentracionaria tuvo un alto nivel represivo, sumado al factor sorpresa y el carácter improvisado como centro de detención, tortura y ejecución del Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara). La cantidad de detenidos y detenidas fue de 5.000 a 6.000 personas en un rango de 3 a 4 días en promedio, periodo de tiempo en el que se vivieron acontecimientos de gran impacto para todos y todas.

 

Los castigos físicos y psicológicos fueron una práctica habitual en los primeros días; las fuertes luces del Estadio permanecieron encendidas en todo momento, afectando las horas de sueño y la noción del tiempo, se suma la carencia casi absoluta de alimentos en los primeros dos días de reclusión. En general los detenidos y detenidas sintieron la atmósfera del Estadio con baja temperatura, siendo el frío más intenso por las noches. Fueron constantemente amenazados, además de la angustia de sentir gritos, gemidos, balazos, preocupación por la familia, la incertidumbre de los procedimientos. Una de las amenazas que relevan los testimonios se relacionan con las “Sierras de Hitler”, como denominó el propio coronel Manríquez a dos ametralladoras instaladas en la parte superior del Estadio, dispuestas a disparar ante cualquier movimiento extraño. También fueron amenazados verbalmente por altoparlantes, principalmente por el propio Manríquez aunque algunos testimonios también recuerdan los discursos a viva voz de Edwin Dimter, apodado “El Príncipe”, recordado por su especial crueldad y particular desprecio por los prisioneros. 

 

Los militares dividieron a los prisioneros según importancia política, distinguiéndose primero un sector de profesores, dirigentes estudiantiles y funcionarios del gobierno de la Unidad Popular, quienes fueron aislados del resto por considerarlos “terroristas”. En segundo lugar, separaron también a los extranjeros recibiendo un trato más duro, a quienes llamaron la “cloaca latinoamericana”, y eran principalmente profesores y estudiantes universitarios. Finalmente, había un grupo de personas condenadas a muerte, quienes fueron relegados a las graderías superiores e incomunicados totalmente. En este grupo se encontraba Osiel Nuñez, el presidente de la FEUTE. 

 

Las muestras de solidaridad no se hicieron esperar; los pocos alimentos que recibieron los presos fueron repartidos entre ellos mismos, incluso con aquellos que estuvieron aislados en la parte superior condenados a muerte.

 

Durante el segundo periodo, la experiencia concentracionaria varió ampliamente, donde la organización interna de los presos fue muy importante. En diciembre de 1973 se creó la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos, bajo el alero del Ministerio de Defensa la cual tenía por objetivo “coordinar con los diversos Ministerios las materias que digan relación con las personas que hayan sido privadas de su libertad en virtud de las facultades que confiere el estado de sitio”. La creación de este organismo significó el reconocimiento oficial de distintos lugares de detención, como el caso del Estadio Chile.

 

Al ser uno de los pocos campos de prisioneros reconocidos por el régimen, este lugar fue considerado un “descanso” en comparación a otros centros de detención clandestinos como Tejas Verdes o Londres 38. Los testimonios tienden a señalar que ya no se practicaban interrogatorios sistemáticos, y que para tales efectos los detenidos eran conducidos a los centros secretos de interrogación y tortura.

 

En este segundo periodo se mejoraron algunas condiciones de los presos, como el uso de colchonetas y frazadas. Luego de la primera visita que realizó la Cruz Roja al recinto, se observó el excesivo encierro y falta de condiciones mínimas para la existencia humana, por lo que se recomendó considerar la posibilidad de salir al aire libre al menos 1 o 2 horas al día, organizar una distribución regular de correo y permitir el ingreso de paquetes durante la semana. Además se dejaba enviar cartas y firmar documentos del exterior, como lo fue el caso de Carlos Lorca Orellana, quién escribió cartas a sus hijas, declaraciones juradas y/o permisos para cobrar sueldos.  

 

Según testimonio de los mismos prisioneros, “también se creó una pequeña biblioteca, y muchos detenidos comenzaron a compartir sus conocimientos en alguna materia específica (inglés, teología, alfabetización) y daban clases a otros. Jugaban ajedrez o naipes. Algunos detenidos jugaban basquetbol, voleibol o hacían ejercicios; otros comenzaron a encargarse del mantenimiento eléctrico, otros construyeron un muro en el estacionamiento, instalaron una parrilla en el patio o jugaban a la rayuela. Algunos sábados o domingos se realizaban misas en el patio y también festivales artísticos en que los detenidos cantaban o realizaban obras de teatro.” (Mazo, pág. 41).

 

“reinaba el hacinamiento, se dormía generalmente a suelo raso y los servicios sanitarios, la alimentación, y otros servicios, de primera necesidad dejaban mucho que desear. En estos lugares los detenidos estaban sometidos a un régimen absoluto de incomunicación con el exterior, no existía regularidad de la vida, y el nivel de incertidumbre que sufrían respecto a la suerte que correrían era absoluto. No se sabía cuándo serían trasladados a otros lugares, sometidos a proceso o dejados en libertad. (Informe Rettig, Tomo 1, 1991. p 97).

Poema "Estadio Chile" • Víctor Jara

Somos cinco mil

en esta pequeña parte de la ciudad.

Somos cinco mil

¿Cuántos seremos en total

en las ciudades y en todo el país?

Sólo aquí, diez mil manos que siembran

y hacen andar las fábricas.

 

¡Cuánta humanidad

con hambre, frío, pánico, dolor,

presión moral, terror y locura!

 

Seis de los nuestros se perdieron

en el espacio de las estrellas.

 

Un muerto, un golpeado como jamás creí

se podría golpear a un ser humano.

Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores

uno saltando al vacío,

otro golpeándose la cabeza contra el muro,

pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!

Llevan a cabo sus planes con precisión artera

sin importarles nada.

La sangre para ellos son medallas.

La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?

¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?

En estas cuatro murallas, sólo existe un número

que no progresa,

que lentamente querrá más la muerte.

 

Pero de pronto me golpea la conciencia

y veo esta marea sin latido,

pero con el pulso de las máquinas

y los militares mostrando su rostro de matrona

lleno de dulzura.

 

¿Y México, Cuba y el mundo?

¡Que griten esta ignominia!

 

Somos diez mil manos menos

que no producen.

¿Cuántos somos en toda la Patria?

La sangre del compañero Presidente

golpea más fuerte que bombas y metrallas.

Así golpeará nuestro puño nuevamente.

 

¡Canto qué mal me sales

cuando tengo que cantar espanto!

Espanto como el que vivo

como el que muero, espanto.

De verme entre tanto y tantos

momentos del infinito

en que el silencio y el grito

son las metas de este canto.

Lo que veo nunca vi,

lo que he sentido y lo que siento

hará brotar el momento...

 

Estadio Chile

Septiembre de 1973

error: Contenido no descargable